Editorial

(c) Diseño de portada - Paula Pappalardo



Número 98

MIS QUERIDOS PASAJEROS:

Como dice una vieja zamba "De nuevo estoy de vuelta, después de larga ausencia...." Pues esta maquinista se tomó en serio el descanso y lo disfrutó a full junto a la "nena" que, a estas horas, se encuentra residiendo en U.S.A. por un año. Y así, oxigenada por los aires marinos y energizada con buenas ondas, emprendo nuevamente el camino de las letras y del encuentro con los amigos. Hermosa tarea que alegra el alma ...

La locomotora largó humito, sonó la campana y ¡nos fuimos! Dirigimos nuestros pasos al vecino Chile para recibir a nuestra primera pasajera: OLAYA MAC CLURE. Nació en SANTIAGO DE CHILE el 17 de Agosto de 1956. Novelista, cuentista, prosista, dramaturga, poeta y guionista. Se dedicó desde muy temprana edad a escribir. Se caracteriza por su versatilidad. Se dirigió tanto a público adulto, como jóvenes y niños. Entre los años 1980 a 1987 colaboró con Nicanor Parra. Entregó constantemente ideas para la creación de sus antipoemas. Es coautora de todo lo escrito por Nicanor Parra entre los años 1980 a 1987. Hoy nos deja su poema.

AL VIENTO DE LA LIBERTAD
Yo no escribo a personas de elite
escribo a gente de la tierra
a la mujer de agua
al pétalo de flor de sus esperanzas
al poema de amor incrustado en su corazón
a ese amor que palpita día a día
en la flor que habita el desierto
que, como río se esparce en los terrenos más inhóspitos.

Anda, ve y recoge una que está destinada también para ti
porque nada es imposible para Dios
que te protege desde el Infinito.


Soy Hermana de Jesús
me acaba de depositar en su cuerpo
a través de sus versos
el poeta César Vallejo
estoy segura que lo hizo con la mejor de sus intenciones.
Vivimos en una especie de caverna
recién refaccionada por mi padre José;
la mesa del comedor es un tablón largo y sencillo
como se acostumbra en familias
como la nuestra.
Las visitas son abundantes a la cena y al desayuno
a veces, hemos quedado cortos para azuzar los dientes
y hemos acudido
a la Municipalidad para pedir a la asistente social
alimentos no perecibles y la cancelación
de alguna cuenta odiosa impaga.
La asistente social nos trata con la punta del pie
cree que somos una familia insana:
"maníacos depresivos" - nos ataca con su voz mefistofélica
no puedo repelerla con mi frasco de spray
anti bandidos
agacho la cabeza en señal de sumisión
"ésta será la última vez"- me dice altanera
me llevo los paquetes como sonámbula
a nuestra cabaña cavernícola
Jesús está contento
ha resucitado a Lázaro de su tumba
y Lázaro ha contado los detalles de sus
peripecias
por el túnel de los muertos vivos
encandilado con paisajes apoteósicos
digno de seres puros clarividentes
con entera lealtad al Dios Supremo
que al atravesar el puente le extendió
su mano bendita
y se encontró cara a cara con Jesús Iluminado.
Los tarros de basura están llenos de
mercadería
de noche vamos con mis hermanos y
algunos amigos
a sacar todos los pertrechos que sean
de nuestra utilidad
encontré una radio en buenas condiciones
tengo tantos deseos de escuchar radio
Beethoven
pero aún no se descubre la electricidad
y el metrogas no llega a Jerusalén
solo cocinamos con nuestro hornillo
a leña
todo sale sabroso, en especial los peces
multiplicados por Jesús en el
Mar de los Sargazos
cerca del Huerto de los Olivos.
Cuando regresamos a casa nos dormimos
con el estómago lleno
así que le pedimos a Jesús que nos multiplique
todos los días los peces y los panes
cuando ya nos hostigamos de chuparnos los dedos
con la repetición del mismo tentempié
le pedimos helado de vainilla
(de esos que hace mi primo en el sur)
-Eso si es que llegan al Paraíso -nos respondió
haciendo castañetear los dedos
para que los feligreses salieran del Templo
después de haber escuchado sus sermones
en posición de loto
bajo la sombra de los acacios


Yo no soy de este mundo. Si piso esta tierra es pura casualidad
o mas bien, porque la fuerza de gravedad empuja mis pies hacia ella.
Es por eso que me preocupa cuando diviso hombres y mujeres
que viven en condiciones deprimentes junto a una estirpe social empobrecida
que calla por dolor y timidez abrupta.
Pareciera que nadie se da cuenta de algo tan obvio y hacen la vista gorda
como si no existiéramos más que para servirlos
con esos grilletes atados a sus pies, cuello y manos.
Me desespero porque: no soy de este mundo
caí de la nave espacial con precisión en la cima de esta montaña
desde allí he divisado todo lo que hacen los hombres con sus propios
hermanos de sangre.
En mi planeta nadie tiene derechos sobre otro ni más categoría porque
haga una u otra cosa
nos amamos y respetamos de igual a igual de la misma sangre o no
pues, la sangre que corre por nuestras venas es única y personal pero
en exclusiva: una sola.


Soy Maestra de Literatura
los Maestros nos reconocemos por nuestra dentadura:
mientras más dientes, muelas y molares nos falten
mayor es nuestra envergadura
y más prestigio tenemos en el mundo del arte.
A mi por lo menos me faltan seis muelas
cuatro molares y siete dientes.
Sería la Maestra más feliz que pisa la tierra
quedarme con las encías peladas
pues ahí si, mi distinción sería apoteósica.
Hasta los grandes economistas
se sentarían en primera fila
para observar como se nos cae la dentadura
cada vez que abrimos o cerramos la boca
para recitar o estornudar.


Nazco.

Nazco. Transito por los más diversos senderos de la vida
y muero al finalizar mis días terrestres.

Mi cuerpo es solo el vagar de mi esencia vital
en el tiempo espacial en el espacio y tiempo astral.
Asi que no desfallezcas si no me encuentras pronto.
Si no estoy en un lugar, búscame en otro
por la mirada de mis ojos sabrás quien soy
y que ya estoy próximo a ti
con los brazos abiertos para amarte por fin.


En este lugar te estaré esperando
porque aún sigo amándote como el primer día que te conocí
aunque hace un tiempo he dejado de existir
pero, como te digo hoy estoy nuevamente aquí junto a ti
en algún lugar de la corteza terrestre
esperando que me vengas a buscar y me des
el primer beso de las buenas noches desde la última vez
que nos vimos en mi almohada al cerrar mis ojos
y elevar mi ser hacia la Luz del Padre Celestial.



Regresamos entre la majestuosidad de los Andes, una visión cambiante y que jamás me canso de admirar. En el Gran Buenos Aires aguardaba MARIO CAPASSO. Nació el 9 de marzo de 1953, en VILLA MARTELLI, Gran Buenos Aires, en la que continúa residiendo. Literariamente, se ha formado con Beatriz Isoldi, Nilda Adaro y Federico Jeanmaire. Ha publicado cuatro libros: EL FUTURO ES UN TROPEL ABSURDO (cuentos, 1999); EL EDIFICIO, Una novela en escombros (novela, Ediciones AQL, 2002); PIEDRAS HERIDAS (cuentos, Ediciones Corregidor, 2005); LA CIUDAD DESPUÉS DEL HUMO(novela, Martelli y López Editores, 2011). La novela EL EDIFICIO ha sido traducida al francés y publicada por la editorial La Dèrniere Goutte. El volumen de cuentos PIEDRAS HERIDAS, premiado en 2003 por el Fondo Nacional de las Artes, también será traducido y publicado en Francia. En calidad de inéditos permanecen una novela, un libro de cuentos breves y tres obras de teatro. Les entrego un cuento de su autoría … nostálgico …. tierno …


DE LOS TIEMPOS DEL GENERAL

    Fue todo un contratiempo. Cuando sonó el despertador el cuerpo de Reinaldo se acomodo de nuevo entre las sabanas. Las horas insuficientes de esa madrugada lo encontraron mas abatido que de costumbre, como si de pronto los anos se le hubieran agolpado, todos juntos, y cuando a duras penas logro pensar “ya se cansara el también”, el despertador ceso. Recién habían pasado las cinco y el silencio era casi total en la pieza donde solo llegaba el sonido apagado de alguna gota de alguna canilla que porfiaba cada tanto. Reinaldo se dio vuelta y en ese instante se le apareció la imagen del General en el balcón. La visión tan nítida le avergonzó la fatiga y lo obligó a incorporarse mientras los sudores se le amontonaban en los pliegues de la piel. Entro al baño, orinó y luego abrió la canilla y dejo correr el agua; después se lavó un poco la cara y frente al espejo se dijo que tenia cuerda para rato, que el tiempo parecía no pasar. Un rato después, ya en la cocina, mientras se calentaba el agua para el mate, prendió la radio. El mate siempre lo reanimaba y cuando le pareció que ya estaba bien, cargo el bolso y a trabajar se ha dicho. Entonces salió Pero ya afuera el clima se presento como un bochorno de calor, y hasta el bolso una carga despareja, y ahora encima debía soportar la aparición ese dolor en la cintura, como podía ser, de donde había salido, si hasta ayer nomás andaba lo mas bien. Un día de estos tendría que consultar al medico del sindicato, un jovencito macanudo, la otra vez lo había tratado bárbaro, un peronista verdadero, nada que ver con esos gorilas de mierda que andaban jodiendo por ahí, .como se llamaba ese muchacho?
    Dos cuadras hasta el asfalto, cinco mas hasta la estación que parecía inalcanzable esa mañana, y vamos viejo, no aflojes, no aflojes y camina que el General manda laburar y Evita protege desde el cielo y todo esta bien así, así, como deben ser las cosas, y no se hable mas del asunto. Durante el trayecto se encontró con una vecina que barría la vereda y lo saludó y le pregunto “¿Adonde va tan temprano?”, y el respondió con un gesto que quería significar pues adonde sino a trabajar, acaso no veía el bolso o no conocía la consigna de los tiempos que corrían. La mujer quedo atrás, olvidada en pocos segundos por Reinaldo que avanzaba hacia la costumbre de estar parado horas en su puesto de soldado de Peron, las que fueran necesarias, y mas, peleando cada día una batalla, y no solo en la fábrica.
    En la estación, al verlo acercarse, se le renovó el orgullo de sentirlo argentino. Ya los ingleses se habían batido en retirada ante la implacable orden del Macho y los trenes eran nuestros, como nuestro es el futuro, así había dicho el locutor del noticiero el otro día en el cine, cuando el había ido a ver una película, no se acordaba ahora cual. Ya en el anden, escarbó en los bolsillos pero el abono no apareció, se lo habría olvidado en la mesita de luz, así que despacio se arrimó a la ventanilla, saco un boleto y subió con lo justo en tanto imaginaba que viajaría rodeado de aquellos que cada mañana saludaba con un guiño de complicidad, que muchachada tan leal y trabajadora, y que mujeres, las mejores obreras del mundo. Sin embargo, camino sin reconocer a nadie, recorrió un par de vagones y finalmente se sentó al lado de uno que no lo miró. En lugar de los compañeros apareció en el pasillo un viejo que parecía ufanarse de su condición de jubilado y reclamaba vaya uno a saber que cosas. Ya le llegaría a el también la jubilación, aunque el no iba a andar por los trenes haciendo aspavientos, no molestaría a nadie, cuidaría el jardín y quizás tendría una quintita y allí plantaría algunas cosas, si, eso haría al jubilarse. Ya en la segunda parada se cansó de buscar caras conocidas y comenzó a adormecerse, trato de resistir pero antes de la siguiente estación ya dormía y soñaba. Soñaba que en la fabrica los telares se morían de quietud y entre los hombres habitaba un silencio de angustia y en ese instante, a traves de la agonía insoportable, cuando la tristeza se podía tocar con las manos, aparecía Ella que, como una reina metiéndose en el barro, bajaba por la escalera del galpón gris y primero los miraba y luego los arengaba no me aflojen compañeros, ustedes son la Patria y la oligarquía es la traición, así que vamos compañeros a demostrarles lo que somos capaces de hacer con nuestra fuerza. Animo descamisados, a yugarla.
    Por la Patria y por Peron. Y entonces los telares todos juntos se ponían en marcha, comenzaban con su ruido insistente y ya no se enredaba ningún ovillo y ninguna pieza se atrevía a fallar pues las maquinas eran nuevas otra vez y para siempre y todo era alegría y sudor, horas de doblarse sin rendirse y esperanza en cada gota derramada; si hasta el capataz brindaba con Ella, que sonreía y abría los brazos. Como abría los brazos, que hermosa era, como brillaba su sonrisa. Y cuando Evita se aproximaba para abrazarlo y darle un beso quizá, Reinaldo despertó. El corazón le palpitaba con fuerza y en ese instante deseó tener cerca a los amigos para contarles que la había visto tan viva y hermosa como antes, como siempre. ¿Pero donde estarían ahora los amigos? ¿Cuanto hacia que no los veía? En esa incertidumbre permaneció enredado mientras el tren avanzaba y las casas pasaban por la ventanilla, hasta que al fin llegó a destino.
    Había previsto ser empujado por los otros al bajar en tropel y sin embargo no fueron tantos los que lo esquivaron y lo dejaron atrás mientras Reinaldo notaba el cuerpo renovadamente agobiado. “Este calor de mierda”, rezongó mientras apretaba el bolso e intentaba descubrir en el cielo alguna nube.
    Parado en el andén, daba la impresión de querer orientarse. El bar siempre abierto permanecía cerrado, un vaso de agua le hubiera venido bien, que lástima. Tuvo ganas de sentarse un rato, vio un banco allí nomás, pero se le iba a hacer tarde. Entonces, lento, llego a la barrera. Ahí aguardaba la parada de diarios donde a veces compraba “El Mundo”, aunque no esta vez que andaba con lo justo, esperaría a cobrar la quincena, ¿cuando cobraría?, mañana o pasado mañana seguramente, en eso sus patrones eran de cumplir bastante, y si no cumplían ya sabían ellos lo que había que hacer, que para eso estaba el sindicato. En fin. Frente al puesto de diarios, el saludo habitual chocó contra la indiferencia del muchacho ya de espaldas. Uno de los titulares le llamó la atención y se acercó para leer: “DIOS EXISTE”. ¿Y eso? Que raro. ¿Lo habría dicho el General? Tal vez había recibido un mensaje de la Señora, aunque el de la foto no era Peron, que carajo iba a ser Peron ese con cara de rata, algún gorila debía ser, un cajetilla.
    ¿Y cuantas cuadras hasta la fabrica? Dos o tres, cuatro a lo sumo, pero las piernas se declaraban como un inconveniente esa mañana y el calor y la cintura hacían lo suyo y había tantos autos por esa avenida tan ancha, tantos autos. El semáforo no funcionaba y Reinaldo pensó que si el General lo supiera ya lo habría mandado arreglar, pero el General no lo sabia, no lo podía saber, tan preocupado con mantener bien a raya a los milicos de la contra y a los curas, ay los curas, esa manga de atorrantes, mas les valdrá que no se metan con el General, que no jodan con la paciencia del pueblo, pensó, y entonces le costó cruzar entre los muchos autos y la avenida interminable, aunque despacito, como pidiendo permiso, se arrimó a la otra vereda, en medio de bocinazos y calor y cuerpo que pesaba y dolía.
    Calculó que había llegado, si, ahí nomás se veía el quiosco, aunque le pareció muy grande y a la chica que atendía no la reconoció y justo al lado, donde recordaba el almacén de Don Braulio, había un negocio con aparatos extraños y el frente de la fabrica era todo de vidrio y se veían montones de cosas adentro, montones de cosas que no eran telares ni nada que se les pareciera, no. Cosas de colores, demasiados colores pensó mientras retrocedía unos pasos y apoyaba el bolso en la vereda y sentía el cuerpo mas flojo. ¿Habría llegado acaso demasiado temprano?, eso podía ser, si al menos alguien que no fuera mujer como esas que entraban pasara para preguntarle, las mujeres no entienden de estas cosas refunfuñaba y en medio del rezongo vio a uno que venia por la vereda de enfrente, empilchado como un bacán y hablando solo. “Un loco lindo”, supuso al mismo tiempo que se cruzaba y lo paraba y le preguntaba. “Loco de remate”, pudo comprobar por la respuesta y la actitud pues el hombre lo había palmeado y con una sonrisa le había dicho no abuelo, vuelva a su casa, la fabrica no esta mas, la fabrica ya fue. Algo así le dijo ese hombre. Reinaldo lo miró alejarse, el loco seguía hablando solo, se ponía una mano en la oreja y con el otro brazo hacia gestos al aire y así lo vio doblar en la esquina y desaparecer para siempre. “Pobre tipo”, lo compadeció a la distancia mientras se pasaba el pañuelo por la frente. “Como si la fabrica pudiera irse, adonde carajo se va a ir la fabrica”. Entonces guardo el pañuelo hecho un bollo en el bolsillo de la camisa, apon ó el bolso contra un   árbol y se sentó a la sombra. Que importaba que los demás lo miraran como a un bicho raro, después de todo solo era cuestión de tiempo, la sirena comenzaría a sonar en cualquier momento y el estaría dispuesto, cruzaría el portón y ficharía la hora justa. Y ya no sufriría el calor ni el dolor de cintura, y aunque fuera el solo y aunque el mundo le cayera encima, pondría en marcha las maquinas, porque no hay otra vida posible y porque así lo pide el General y Evita desde arriba vigila y sonríe.


Nos despedimos de Mario y nos trasladamos al sur de la zona pues otra pasajera quería compartir el viaje: GABRIELA BRUCH. Es poeta y reside en ADROGUÉ (Prov. De Bs. As.). Tiene tres obras publicadas: "Naturaleza de lo Oscuro" (2000) ; "Open Door , los poemas del hospicio" (2006) y " Agosto, Febrero, diciembre"(2008). Actualmente, tiene un par de poemarios en preparación. Coordina los talleres literarios de la secretaría de Cultura de Lomas de Zamora y desde hace 9 años, edita y dirige la revista de poesía "La Iguana ", destinada a la difusión de la obra de artistas latinoamericanos no consagrados. También coordina los talleres de "La Casa de la Iguana" en Témperley , zona sur del gran Bs As. Y para seguir con el nombre es directora y responsable de la editorial independiente "Ediciones de La Iguana". La Iguana tiene una versión digital, y una gráfica, que sale cuando las condiciones económicas lo permiten, ya que carece de subsidio o apoyo económico. Tiene varios premios y menciones a nivel nacional. Aquí trae sus poemas.


EL MUELLE  DEL PATIO DE LA CASA DE ATRÁS.

En el patio de atrás de la casa de Oxnard hay un muelle y hay un mar.
Uno se puede sentar a mirar el mar, desde el muelle que está en
esa casa, justo en el patio de atrás.
También hay un hombre en el patio de atrás. Uno solo.
Un hombre solo que mira el mar.
Ha llorado durante cuarenta minutos. Cuarenta. Ahora está sentado en el muelle.
Solo
y mira el mar.
Los cuarenta minutos de lágrimas son sal.
Sal para el mar.
El mismo que se ve desde el muelle, donde está sentado el hombre.
Solo, tan solo, en el patio de la casa. El patio está atrás.
Más tarde, se arropará en las sábanas blancas, salinas, dentro de una habitación con ventanas abiertas. Ventanas que miran al mar.
Sí, ese, el mismo. El que lame los bordes del muelle. El muelle de Oxnard.
En una casa, con patio, con sal, con un hombre solo.
Mirando, mirando, mirando.
Horizonte infinito. Llanto que cesa. Mirada de hombre.
En el patio de atrás.
                   ************************************
entre los párpados del río
flota la caricia del sueño
que no fue
el lapacho duerme conmigo
y esas calles abrigarán mis pasos
(hasta que
vuelva)

El mundo real es éste , el que palpita
bajo la savia,
fluye como río manantial,
ensordece y maravilla.
Tierna la garganta del diablo.


Silenciosos los pasos del lobo sobre el follaje.
Tiernos los ojos de la bestia. Piel sobre pelaje en lo oscuro.
                   Y encima , sin luna llena.


como si nada hubiera pasado
el tiempo rueda sobre los ojos
que se abren al alba
sólo para recordar
(horas más tarde , la mañana
borrará ese sabor clandestino,
más bien cerca del mediodía)


           el mar
           que hoy se me antoja lejano
           está ahí
           tan cerquita
           que hasta puedo lamerlo

cómo me gusta esta soledad
caliente


           y pasar por allí, cuando no
           y sentir lo que no , cuando el perfume
           atraviesa el aire
           detenerse un momentito , sólo para
           anclarse en el brillo
           lunar


la lluvia cae y espera
quizás algún día, quizás
el círculo de la naturaleza es sagrado
si me desprendo, el abismo


         el mundo real es éste , el que palpita en la
         savia


hay veces que es como un túnel
en el que me hundo despacio y sin remedio
y otras, como el viento
girando
desde la punta del cerro
con todo su
poder


           danzando en círculo
           abajo, la tierra
           arriba el azul infinito
           después
           sólo una grieta en la tierra
           derramando su sangre


esta noche , en sueños , nos hemos encontrado
era otro el tiempo, el tiempo de la muerte
y tu alma decía la verdad


           Las palabras son siempre las mismas
           pero algunas me hacen volver atrás
           me gustaría que la savia sea savia
           y
           así poder escribir un libro
                                                 poemas breves de “Savia Madre”


Fortificados con unos mates y bizcochitos de grasa proseguimos el camino. Un viejo amigo (por afectos, no por edad) nos esperaba en un andén de la provincia de Buenos Aires: EMILIO NÚÑEZ FERREIRO. Ya nos acompañó en otros números y para los distraídos le recuerdo brevemente sus datos: nacido en Barcelona en 1944. Trasplantado en Buenos Aires cuando aún no había cumplido los 5 años. Hace más de medio siglo que reside en SAN ANTONIO DE PADUA (provincia de Buenos Aires). Concurrió a los Talleres de Dalmiro Saenz, Gabriel Landoni y Juan Alberto Núñez. En 2001 y 2003, la Universidad de Morón lo distinguió con el tercer premio en Cuento Breve. En 2002, una Editorial de Necochea, hizo lo mismo con el primer premio en Cuento Brevísimo. Participó en varias Antologías. Tiene publicados varios trabajos en revistas y diarios. En junio de 2006, publicó su primer libro de cuentos: “Historias en sepia” (Ed. Dunken). Les dejo un cuento que hace brotar una sonrisita …

- ÁTAME -

            Todas las noches fueron un poco mi muerte. Siempre sentí eso, aún de muy pibe; de la época en que mi padre me obligaba a apagar todas las luces. Y desde que estoy aquí, esa sensación, hasta que llegó ella, me fue creciendo noche tras noche como los tentáculos de un enorme pulpo.
            Antes que ella llegara yo me resistía a que me ataran a la cama. Más de una vez tuvieron que venir de a tres para lograrlo. Pero ahora comprendo que es mejor así; pues aunque los fantasmas siguen torturando mis sueños, al estar atado, tengo la certeza que no van a poder llevarme, porque los grandísimos canallas no tienen manos. Ella me lo dijo, y tiene razón. Además, dejándome atar por ella noto el contacto de su piel, y en esos momentos, siento algo parecido a lo que debe ser la felicidad.
            Como dije: Al principio, cuando me trajeron aquí, el pánico que le tenía a la noche fue creciendo hasta hacerme caer en el más profundo de los abismos. Ya no me importaban ni los jeans de marca ni el último C.D. de "Los Redondos". Lo único que extrañaba era fumarme un porro de vez en cuando. Pero igual seguía viendo a esos espectros horribles, que me acosaban y  se reían de mi miedo. Mas, desde que ella, (Gabriela se llama), me enciende el velador, descubrí que  los que no me dejaban dormir, tienen más temor por la luz que yo por la oscuridad. O sea que lo mío no es tan grave. Todo es según el enfoque que se le quiera dar.
Yo, eso se lo dije a Sandoval: "Usted, doctor, me tiene aquí por mi miedo a la noche, pero si tuviera los huevos bien puestos, encerraría a los que le tienen miedo al día; pero claro, una cosa es agarrársela con un muchacho tierno como yo; y otra, a los que llegan en patota". Él, cuando le digo eso, me mira y no dice nada, pero yo sé que por dentro me da la razón. Se hace, pero no es ningún gil.  
Aunque volviendo a Gabriela: el otro día, ya estaba oscuro, y cuando llegó, como estaba acurrucado y todo meado en el rincón de siempre, me retó, no sólo por eso sino porque no había encendido el velador. Yo no le dije nada. ¿ Qué le iba a decir?. Si hiciera eso, en una de esas, ella no se preocupa más en llegar en cuanto oscurece. Yo necesito que siga viniendo, pero no quiero presionarla; deseo que venga "de onda", por propia decisión.
Cuando Gabriela aparece es una fiesta. Enciende la luz, me habla con la ternura que nadie me habló, luego sugiere que me acueste y al fin logra atarme. Yo vi la película esa: "Átame", y siempre tengo la esperanza que ella me haga lo que el flaco aquel le hizo a la minita aquella.  Yo sé que "Gaby" está metida conmigo. Se lo noto cuando me ata, cuando logra que tome la pastilla, la forma en que acaricia mis cabellos cuando se me da por llorar...
... Además, descubrí en ella, lo que siempre busqué en todas las mujeres (incluso en mi mamá). ¡No!. No voy a decir  qué es. Esas son cosas privadas. Pero cuando ella llega, siento... siento como campanitas festejando el hecho.
Yo le dije que la re-amo. Y ella siempre responde que también. Pero dijo que tiene un problema: Me confesó que ella, con luz no puede dormir. Entonces, hasta que  a mí no se me vaya esto que me atormenta, nuestra relación no va a poder ser.
Yo le sigo la corriente. ¡Pobre, es tan buena!. Pero para mí, que me dice eso para conformarme; que en realidad, su problema es el marido, que es muy viejo y parece que está enfermo. Además, a ella le encantan los chicos. Me di cuenta porque no habla de otra cosa que de los nietos. Y yo, por ahora, no estoy en condiciones de darle ningún chico; sería una locura.
Y bueno; está visto que, el que más y el que menos, todos tenemos nuestros problemas. "Nudos psicológicos sin resolver": como dice el doctor Sandoval.
Por ahora, lo fundamental, es lograr que "Gaby" deje las inhibiciones de lado, y que cuando me ate, se anime y trate de ser feliz conmigo. Pero eso no es ningún drama, yo sé que ya va a llegar; todo es cuestión de tiempo.
De lo que estoy seguro, es que, mientras Gabriela me siga atendiendo así, yo, de acá, no me voy ni loco.


Y era llegada la hora de emprender el regreso al pago. Donde los espero para recibir sus trabajos más una minibiografía en: millaco@ciudad.com.ar. Les recuerdo que en la página web pueden releer los números anteriores y dejar sus comentarios.
¡Nos estamos reencontrando! Un abrazo largo

CRIS FERNÁNDEZ

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